Hoy, el artículo me lo ha regalado por correo mi amiga Gracia Rufo, mi profesora de yoga y, por tanto, mi instructora en la meditación interior:
«El silencio no es la ausencia de ruido sino de ego. El ruido del ego es el murmullo continuo de lo que hay que conseguir o que defender. El silencio, en cambio, es el acallamiento de ese murmullo, un estado de apertura y de agradecimiento ante una Presencia que está permanentemente en todo y a la que se llega por medio de la autopresencia.» – Javier Melloni, s.j, teólogo
Aquí tenéis un vídeo interesante en el que Javier Melloni habla sobre «Encontrar a Dios en el silencio».
Desde pequeño, desde que me enseñó mi madre la primera oración, ésta ha sido una compañía en mi vida, pero fue en los jesuitas donde tuve mis primeros inicios en la meditación. Ya, cuando tendría unos 15 años me intentaron enseñar las ancestrales técnicas orientales para alcanzarla. Se quedó allí la experiencia. Luego con el Padre Navarrete, s.j. y las lecturas de Tony de Mello, s.j., la retomé.
Con un libro clásico de la espiritualidad rusa, «El Peregrino Ruso«, que os recomiendo, conocí la oración continua de Jesús, que consiste en recitar «Señor Jesús, ten compasión de mí», acompañando a cada respiración. Ese es mi «mantra», mi oración, cuando practico la meditación interior, de la que sigo siendo un mero aprendiz a tiempo parcial.
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